18 dic 2012

La Minerva de Guadalajara


Si hay algo que puede decirse de Mexico eso es que el país muestra un profundo respeto por su rico pasado. Ello se traduce en muchísimas cosas que pueden disfrutarse por cualquier visitante que llegue a algunos de sus múltiples destinos. Desde celebraciones tradicionales de larga data (como los carnavales) hasta sus famosísimas ruinas pertenecientes a las civilizaciones que supieron vivir allí, el país del sol vive intensamente cada día recordando su pasado.

Si bien esto es cierto para todos los centros metropolitanos que se extienden a lo largo y a lo ancho de las tierras mexicanas, lo cierto es que hay una ciudad que se destaca por el profundo amor que le profesa a su historia y a su desarrollo. Estamos hablando de Guadalajara, la capital del estado de Jalisco y una de las zonas más densamente pobladas de toda Latinoamérica. En ella es posible encontrar muchos atractivos históricos.

Pues bien, si estamos hablando de Guadalajara y de sus monumentos más relevantes a nivel histórico, no podemos obviar la mención del más representativo, llamativo y bonito de toda la ciudad: la Minerva, su fuente y su glorieta. Una atracción realmente descomunal y una de las postales más hermosas de toda la urbe, detrás de su construcción se esconde una historia realmente notable que habla del amor de un hombre por su ciudad.

Características del monumento

La razón por la que este es uno de los más importantes y bonitos monumentos en Guadalajara tiene que ver con las fantásticas características de La Minerva. Antes que nada, una de las más relevantes tiene que ver con la fabulosa ubicación en donde se erige esta construcción. Es que la misma está emplazada en el cruce de cuatro avenidas de gran importancia dentro del ejido: la López Mateos, Vallarta, Golfo de Cortez Diagonal y Circunvalación Agustín Yañez. Así, esta ubicación hace que esté a solo unos metros de los famosos Arcos de la ciudad, que otrora fueran la entrada a la misma.

De todos modos, lo que verdaderamente cautiva a todos los que pasan por esta zona de la ciudad responde más a las características arquitectónicas del monumento. Antes que nada, hay que decir que La Minerva consiste de dos grandes espacios: una enorme fuente y una escultura dedicada a la diosa romana Minerva (la que los atenienses dieron en llamar Atenea). Así, esta combinación le da un contraste más que interesante que favorece a ambas construcciones.

Así, la fuente en sí misma tiene un diámetro de casi 75 metros, en cuyo centro se ubica un muro de tres metros de alto y veinticinco metros de largo. En esa especie de núcleo se puede apreciar una leyenda que reza “Justicia, Sabiduría y Fortaleza custodian a esta leal Ciudad" de un lado, mientras que en el otro dice “a la gloria de Guadalajara”. Casualmente, es sobre este muro donde descansa la escultura de Minerva, que custodia el paso de quienes la rodean desde sus veinte metros de altura.

El monumento es adornado por una cortina semicircular de agua, la cual sirve de fondo y frente para toda la construcción. Asimismo, dos pequeñas fuentes dentro de la propia fuente arrojan agua en forma de flor, lo que constituye un hermoso espectáculo en sí mismo. Pero, además, todo ello es coronado con la presencia de espacios cubiertos de verde césped, lo que termina complementando la zona y la convierte en un excelente espacio de descanso.

Historia de la construcción del monumento

Como dijimos, una de las características más interesantes del monumento tiene que ver con la historia que hizo posible su existencia.  Sucede que el gobernador Agustín Yañez decidió rendir homenaje a la ciudad, razón por la que mando a construir un monumento conmemorativo. El proyecto le fue encargado a Julio de la Peña, quien fue quien definió la ubicación precisa en donde habría de construirse el nuevo monumento.

Yañez, principal impulsor del proyecto, quería que el monumento fuera notable en todo sentido, por lo que hizo todos los esfuerzos posibles para que la construcción tuviera dimensiones realmente descomunales. De la Peña hizo posible ese deseo, pero para la construcción de la estatua de Minerva que definiría a esta atracción se contrató a Pedro Medina Guzmán, un escultor de Aguascalientes.

Tal decisión hizo que los pobladores hicieran numerosas críticas al artista, especialmente cuando la misma estuvo terminada. Muchos decían que las proporciones estaban mal calculadas y hasta que las facciones eran más propias de un hombre que de una diosa. De hecho, algunos se aventuraron a pedirle cambios al escultor, quien se negó rotundamente. Afortunadamente, la estatua sobrevivió sin cambios y las críticas se fueron apagando.  

Lo que quedó fue La Minerva de Guadalajara, un atractivo único y realmente cautivante que recuerda en todo momento el amor de ese gobernador para con su ciudad a través de una postal realmente imborrable. 

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