Ya por todos es conocida la
historia de la brutal colonización americana y de cómo las civilizaciones
europeos llegaron al Nuevo Continente a expandir sus dominios mediante la
subyugación de los pueblos originarios. Tal proceso consistió de varias etapas
y aspectos, pero se sustentó en dos
grandes pilares: la acción militar y la evangelización de los habitantes de las
tierras americanas.
Si tenemos en cuenta el
segundo de ellos, comprenderemos la gran importancia que las misiones
religiosas tenían para los europeos. Es que, para ellos, era esencial que los
aborígenes adoptaran su ideología religiosa, un punto clave para poder
colonizar el nuevo continente y para que dicho procedimiento se lleve adelante
en forma pacífica. Es todo esto lo que hace más que interesante el aprender de
las misiones de la época, muy especialmente de aquellas que se llevaron a cabo
en regiones más problemáticas.
Tal es el caso de la Misión de
Nuestra Señora de Guadalupe en Ciudad Juárez, la cual se asentó en uno de los
pasos estratégicos para los españoles del siglo 17. Fundada por Fray García de
San Francisco entre los indios Mansos del Paso en 1659, esta misión creció
hasta convertirse en una de las más importantes de toda la región, pero ello se
debía no solo a sus tareas evangelizadoras, sino también a que su ubicación
estratégica hacía que fuera una excelente parada para los viajeros, ya que allí
se podía comer, reaprovisionarse y descansar.
Es importante mencionar el
crecimiento que experimentó esta Misión en solo unos años. Es que, de ser un
pequeño oratorio y un monasterio temporarios construidos con ramas, paja y
barro pasó a tener su propia iglesia en tres años de existencia. Así, la
llamada Iglesia de la Misión de Guadalupe fue inaugurada con mucha pompa y
felicidad en el año 1662, día en el que se bautizaron alrededor de 100 nativos
dentro de un marco absolutamente festivo.
Paradójicamente, este espacio
(nacido con la idea de transmitir los valores religiosos de amor al prójimo y
la paz) tuvo un lugar predominante durante la revolución de Pueblo, Nuevo
Mexico, dado que miles de españoles escaparon para protegerse en la misión.
Allí fueron recibidos por los nativos y recibieron comida y refugio. De este
modo, tal punto cobró una importancia inusitada para los españoles.
Hoy en día es posible visitar
las construcciones que quedan de tal Misión. Es que, pese a estar construida de
adobe, la iglesia aun permanece en pie, con sus pórticos y ventanas en perfecto
estado de conservación y hasta su decoración de neto corte arábigo. Asimismo,
todos estos elementos artísticos se entrelazan con algunos elementos indígenas,
especialmente en las serpientes talladas entre las vigas, en las puertas y en
los lados de la capilla.
Todo esto es coronado con una
escultura de bronce, una réplica de aquella que solía a estar en el centro de
El Paso, la cual homenajea al fundador de la misión. De este modo, al
encontrarla, los visitantes se enfrentan a una figura muy relevante en la colonización
de México y en uno de los pilares en la construcción de iglesias en Ciudad
Juárez.
Eliana Biava
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