El reconocido jardín central de la ciudad de
Merida recibe los nombres de Plaza Principal, Plaza de la Intendencia o Zócalo
de Mérida.
Dicho paraíso urbano data desde la época de la
fundación de la ciudad de Mérida cuando el conquistador de estas tierras,
Francisco de Montejo, dictaminó a su hijo, Léon el “mozo” que este espacio
verde serviría como núcleo público y político, a partir de los primeros años
del 1540.
Por aquel entonces, el Zócalo sirvió como sede
de múltiples actividades sociales: corridas de toros, juicios, mercado y
cualquier tipo de festividad que la ciudad se prestaba a disfrutar.
Entre esos hechos históricos, se destaca el
suceso importante del ajusticiamiento del indígena Jacinto Canek, hijo de esta
tierra del Mayab que en el año de 1761 se sublevó en contra de la opresión del
conquistador.
En lo que respecta a su fisionomía, cabe
destacar que fue el gobernador Manuel Cicerol y Canto quien ordenara plantar
cientos de árboles de laurel traídos desde Cuba. También por esa fecha se cercó el parque con una serie de verjas que
hacia el año 1900 fueron retiradas.
El cabildo de Mérida, aprobó en 1899 el
otorgamiento de una concesión al Sr. Fernando Ponce Cámara, para colocar un
centro comercial en el centro del parque,
siendo uno de los puntos nocturnos de encuentro de los lugareños. Sin embargo,
al poco tiempo la municipalidad ordena el desalojo de dicho comercio.
Parte de la historia, o bien mera mitología
urbana de Mérida, muchos hablan de la instalación de un segundo centro comercial entre los años 1914-1915; de duración fugaz. Por
espacio de sesenta años no hubo algún cambio de importancia en la Plaza
Principal o Zócalo de Mérida.
Algunas de las restauraciones que se
realizaron en fechas posteriores a las indicadas son la de 1978 y la de 1986,
fue en esta última restauración cuando la base central de la Plaza pasó se
tener una forma octogonal a una circular; además de una serie de reformas
arquitectónicas que aún hoy se mantienen.
La remodelación más reciente tuvo lugar en
diciembre del año 2011 cuando se realizaron en realidad, restauraciones de
rutina para mantener cuidado y modernizado el espacio del Zócalo o Plaza
Grande. La particularidad de estos trabajos de restauración fue un suceso de
interés arqueológico, ya que se encontraron en este espacio varios restos de
cerámicas y vasijas que evidencian la
existencia de la cultura maya en el lugar.
El arqueólogo Ángel Góngora Salas informó al
diario Zócalo Saltillo que se hallaron fragmentos de losa y cerámica de la
época colonial: "Son de ollas y por medio de estudios confirmaremos su
temporalidad".
La idea de estos profesionales de la
Arqueología es seguir investigando y trabajando sobre la zona a través de
excavaciones en varios puntos del Zócalo con el fin de hallar aún más restos
que aseguren la presencia del antiguo pueblo maya dueño de estas tierras.
Realizando una especie de memoria, cabe
recordar que la ciudad de Mérida se erige en el año 1540 aproximadamente, sobre
los restos de la ciudad maya de T’Ho (vocablo maya que corresponde a “Cinco
Cerros”). Estos restos fueron encontrados cuando se realizaban tareas de
jardinería, entre otras actividades para instalar nuevo cableado, y consisten
en unos 5º fragmentos de cerámica y loza prehispánicas.
Dicha ciudad fue abandonada cuando llegaron los españoles, en el siglo XVI y se cuenta que cuando los soldados españoles entraron a T'Hó, en 1541, "apenas había 200 casas de palma ocupadas por aproximadamente un millar de indígenas mal nutridos, junto a colosales ruinas y restos de edificios sorprendentes y bellos que coronaban agrestes cerros cubiertos de añeja arboleda"; según relatos del renombrado historiador Juan Francisco Molina Solís.
Sorprende enormemente a toda la ciudad y en especial a estos profesionales y antropólogos, el hallazgos de dichos restos mayas, dado que nunca se han realizado en la ciudad investigaciones arqueológicas ni mucho menos se habían encontrado evidencias similares del pueblo maya precolombino. A pesar de ser de público conocimiento el hecho importante de la construcción de Mérida sobre ruinas de una antigua ciudad originaria, las futuras exploraciones revelarán datos que los científicos esperan se remonten a la época de la conquista. Por tal motivo, los trabajos de excavación y exploración en el Zócalo de Mérida, continúan a un paso vertiginoso con el fin de encontrar más huellas que indiquen la existencia de los antiguos dueños de estas tierras, en pleno centro de la ciudad mexicana.
Dicha ciudad fue abandonada cuando llegaron los españoles, en el siglo XVI y se cuenta que cuando los soldados españoles entraron a T'Hó, en 1541, "apenas había 200 casas de palma ocupadas por aproximadamente un millar de indígenas mal nutridos, junto a colosales ruinas y restos de edificios sorprendentes y bellos que coronaban agrestes cerros cubiertos de añeja arboleda"; según relatos del renombrado historiador Juan Francisco Molina Solís.
Sorprende enormemente a toda la ciudad y en especial a estos profesionales y antropólogos, el hallazgos de dichos restos mayas, dado que nunca se han realizado en la ciudad investigaciones arqueológicas ni mucho menos se habían encontrado evidencias similares del pueblo maya precolombino. A pesar de ser de público conocimiento el hecho importante de la construcción de Mérida sobre ruinas de una antigua ciudad originaria, las futuras exploraciones revelarán datos que los científicos esperan se remonten a la época de la conquista. Por tal motivo, los trabajos de excavación y exploración en el Zócalo de Mérida, continúan a un paso vertiginoso con el fin de encontrar más huellas que indiquen la existencia de los antiguos dueños de estas tierras, en pleno centro de la ciudad mexicana.
Como puede observarse, el Zócalo de Mérida es
un espacio lleno de cultura, de misterios, pero también tranquilidad. Es un
sitio que limita con la Catedral de San Ildefonso, la Casa de Montejo, el
Palacio de Gobierno y la Presidencia Municipal. Un espacio apto para ser
admirado en todo su esplendor
arquitectónico, el importante sistema de luminosidad de la Plaza por las
noches, y durante el día, nada como sentarse debajo de los exquisitos árboles a
soñar despierto, solos o acompañados…
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